Quizá lo que más me atrae de esta gran serie de ficción es lo maravillosamente tangible que resulta. Tangible en un sentido estrictamente experiencial, de sensaciones y sentidos. No sólo por el whisky fácil en la oficina, o ese cigarro tras otro cuando aún no estaba demonizado, sino más bien por lo sencillo, o mejor dicho, directo que era afrontar un reto en forma de campaña. “FUMAR MATA” reza ahora en los paquetes, antes simplemente se fumaba por placer, sin sentir la presión de la “dama de negro” en tu nuca. Una sensación que jamás podremos tener los que vinimos después. Para aquel que esté perdido le diré que trato de encontrar una metáfora más o menos vívida de lo que supone, hoy por hoy, encontrar algo tangible en nuestras vidas. Algo que esté alejado de una comunicación a través de Apps o una cena en la que haya al menos dos personas que no estén ocupadas mirando sus “stupid phones”. Algo que esté más cerca de ese whisky seco a las 10 de la mañana. Podría caer en el tópico y limitarme a hablar de tendencias y tecnología, pero hoy me siento de un pragmatismo digno del mismísimo Frank Underwood (un personaje memorable de otra serie memorable). Voy a hacer un ejercicio autodestructivo para recuperar la esencia de lo que en realidad debería ser todo “esto”. La vida digo. Quizá hayamos caído en el exceso de etiquetarlo todo, y es que son demasiadas cosas. Pero ¿qué queda realmente al final del día?. Creo sinceramente que debemos recuperar ciertos comportamientos que nos ayuden a acercarnos a los demás. Sí, a los demás, a las personas. ¿No se trata de eso?. Nos cansamos de repetir que el cliente es lo primero y que debe marcar nuestra estrategia, pero ¿realmente es así?. Estamos tan borrachos de datos que finalmente la resaca nos impide sacar nada en claro, o cuando lo hacemos ya es tarde o simplemente ha cambiado.

BIG DATA. Sólo el nombre ya es para echarse a temblar. Ni siquiera parece que hablemos de personas. Recuperemos el valor de lo simple, de lo útil, de lo relevante. Muchas veces una simple pregunta nos da muchísima más información que cientos de horas de estudios de comportamiento. Tener mucha información no es sinónimo de estar informado y es algo que debemos tener presente en un momento en el que acceder a demasiada información es demasiado sencillo.

¿Que qué valoración hago de este 2014? Que cada vez más el exceso de información nos lleva a una absoluta desinformación y que el valor real del análisis está mucho más cerca de las personas de lo que imaginamos. ¿Que qué espero del 2015? Que recuperemos de nuevo el arte de comunicarnos con nuestro cliente sin la necesidad de estudiarle, sino de hablarle. Parafraseando al bueno de Frank diría que “no somos nada más ni nada menos que lo que escogemos revelar de nosotros”.